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El tiempo del sujeto-niño del inconsciente
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16.02.2023
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El tiempo del sujeto-niño del inconsciente

Susy Roizin

susy.roizin@gmail.com

Propongo "jugar " con el título, jugar a  cambiar la puntuación, para que las mismas palabras susciten diferentes resonancias significantes.

1.El tiempo del sujeto… niño del inconsciente.

El inconsciente, estructurado simbólicamente, engendra al sujeto, como a un niño-producto del lenguaje, un niño muy, que (en tanto sujeto) no tiene edad.

2.El tiempo del sujeto-niño ….del inconsciente:

Se trata de la subjetividad de una “persona menor”, que vive el primer tiempo de su vida y por lo tanto depende de los cuidados y del amor de su entorno; y está expuesto como una esponja  permeable a los significantes  del discurso familiar.

El tema que trataré es el tiempo del sujeto y sus particularidades en el  análisis con niños.

¿Cuál es el tiempo del sujeto del inconsciente?

En 1951, era el pasado, un pasado presentificado. El sujeto en análisis se expresaba en la transferencia, que se definía  como la repetición, actualizada en la sesiones, de los modos permanentes de constituciön de sus objetos.De acuerdo a Lacan en “Intervenciones sobre la transferencia”, el fenómeno transferencial hacía que el analista vistiera las máscaras de aquellos objetos libidinales que poblaban la historia del analizante. Habia que descifrar al inconsciente como una escritura de contenidos reprimidos, como verdades que podian ser todas-dichas, y de ese modo liberar al neurótico de sus síntomas. Se trataba de un des-cubrimiento del sujeto, considerado como una estructura simbólica, coexistente y oculta tras el discurso consciente e imaginario.

En 1960, el tiempo del sujeto del inconsciente es un tiempo gramatical, el futuro anterior,

que se define como un momento futuro respecto del cual  se ubicará un acontecimiento que será inscripto en la estructura como habiéndose producido en un tiempo anterior a aquél.En realidad el punto de encuentro entre el viviente y el significante, es condición para el advenimiento de un sujeto, el cual aparecerá sólo aparentemente como habiendo estado allí desde antes de la irrupción de lo simbólico en lo real. Es un fenómeno ilusorio, un movimiento de subjetivación en apres coup.

Por eso en “La subversión del sujeto” Lacan desarrollaba la secuencia de sus grafos en pasos sucesivos, para terminar reemplazando a la pequeña letra Delta desde la cual comienza su movimiento ascendente, por la S barrada, que coloca en el grafo definitivo como si hubiera sido posible la ubicación de un sujeto preexistente, en el punto de origen del circuito. En este escrito Lacan menciona

el ”Habrá sido”, el futuro anterior, para la conceptualización del sujeto y su deseo.En la clínica, se produce una alquimia similar, cuando en la transferencia, se le supone un saber previo al analista.

En 1964 Lacan se separa de la Asociación Psicoanalítica Internacional y la Transferencia ,como puesta en acto de la realidad sexual del inconsciente, se separa de la Repetición. Lacan habla del status ético del inconsciente. Si el inconsciente no tiene status óntico, tampoco lo tiene su tiempo. Es un tiempo que no es. Un presente infinitamente pequeño, que no tiene duración, evanescente como el “ahora” aristotélico, un instante que se escapa, ubicado diacrónicamente entre el pasado que ya fue y el futuro que todavía no.El sujeto del inconsciente no tiene los ingredientes de una experiencia psicológica, que transcurre durante el curso de un tiempo. El tiempo que concierne al psicoanálisis es a partir de ese momento lo efímero de una pulsación, porque aparece un real en juego, mas allá de la vertiente simbólica del inconsciente. En esa pulsación ubicamos al sujeto del inconsciente, en el hiato en el cual opera la  disyunción, la función lógica llamada Vel, la báscula entre el fading y el sentido, el encuentro imposible entre la sincronía de un lugar y la diacronía de un momento. Pulsación que es imágen metafórica a la hora de describir teóricamente el origen del sujeto. Pulsación que es observable, en su advenimiento intermitente y discontinuo, en la realidad de la experiencia analítica.

En el encuentro entre lo Real y lo Simbólico queda una huella de goce, imposible de absorver por el significante. Si calificamos este tiempo como esfímero, se hace necesario considerar también otro tiempo, un tiempo que dura, y cuya duración, es de hecho, el tiempo de la repetición de las vueltas significantes, que nunca alcanzan a ese Real, pero que sí pueden enmarcarlo en una construcción fantasmática.

El síntoma es una suerte de  enmiendo, un conector, un empalme, que es a la vez la evidencia del fracaso de la represión ante la exigencia pulsional constante.La repetición es entonces la insistencia de lo que no termina de anudarse.

 Desde los “Tres ensayos”… de Freud, el goce perdido, la sexualidad traumática, son acontecimientos que competen tanto al pequeño perverso polimorfo, como a las personas grandes. Ambos deben resolver de algún modo, un fenómeno estructuralmente inedudible para el hablanteser.

Por eso se sostiene que el niño tiene sus síntomas.El niño puede también ser un sintoma.El niño es hablado por sus padres e impregnado por una propuesta significante activa y actual desde el Otro que ellos encarnan. El sujeto-niño será el efecto y a la vez la reacción ante esa propuesta.

 Además de ofrecerle un saber articulado, los padres exponen al niño a las demandas de su discurso y al enigma de sus deseos, que no se articulan en las palabras. Este enigma es interpretado como la revelación de una falta que el niño se siente tentado a suturar, ocupando él mismo el lugar del objeto tapón, metonimia del deseo materno de un falo. Para que opere una  función separadora es necesario que la versión de un padre haga de la madre una mujer. La madre deberá estar dispuesta a perder lo que la colmaba, para pasar de la posición de madre a la de mujer. La mujer, en tanto no toda, consiente con la castración. Del lado del niño lo que opera es lo que Lacan llama “su insondable decisión”: él podrá desgarrarse del lugar que creía ocupar y renunciar a ese goce para obtener a cambio la dimensión subjetiva. En su defecto, quedará estancado en el lugar del falo. En  “Dos notas sobre el niño a Jenny Aubry”, Lacan describe otras dos modalidades sintomáticas .En una, el niño está fijado en la posición de objeto del fantasma materno y en la otra representa simbólicamente lo que no funciona en la pareja parental. Esta última, es más sensible a las intervenciones del analista justamente porque se trata de representaciones simbólicas y no de un objeto condensador de goce que, en tanto tal, es más resistente al análisis.El llamado Deseo del analista orienta la cura hacia el objeto a, hacia la Separación, hacia la solución del Vel alienante , ofreciendo la posibilidad de crear una respuesta propia, desde la singularidad de un sujeto-niño-deseante. La posición del analista de niños se desdobla en dos: por un lado, es el partenaire del juego en el que el niño representa su novela, desplegando el automatón significante y produciendo una historia, un saber que se ubicará en el tiempo mítico del “habia una vez”, como si se tratara del relato de un cuento que adquiere la dimensión de una leyenda escrita en algún lugar. Es la ilusión de un saber supuesto, que también genera la transferencia.

 Por otro lado, el analista es la petit a, agente del discurso analítico y busca aislar el significante como letra que no se extravía en el sentido. El analista espera el tropiezo, la tyché , lo nuevo: lo que pone al descubierto lo real y la fuerza pujante de la “substancia gozante”.

Como respuesta ante los fenómenos transferenciales, el analista pone en juego y encarna la Falta en el Otro y así se hace posible la construcción de un síntoma y un modo de goce propios, motorizados por un deseo advertido, de los cuales el niño podrá ser subjetivamente responsable.

Pero ello requiere un tiempo, el tiempo de duración de un análisis que llegue a su fin. Fin como meta, tanto como final.

 En la particularidad del análisis con niños, no son ellos los únicos que toman las decisiones. Los padres generalmente piden una consulta porque algo no anda bien en el niño, pero el ofrecimiento de un análisis es algo bien diferente.Existe para el niño el riesgo de ser sustraido del análisis, con el hilo de un carretel, en manos del adulto. Los padres son quienes pagan y tienen el poder de permitir o no, que un análisis cuente con todo el tiempo que hace falta para que logre llegar a su fin. El tiempo que hace falta, es tambien el tiempo que hace-la-falta, que destapa una falta. En algunos casos será  necesario abrir el discurso de los padres, trabajando directamente con ellos. Los padres que dan su aval, facilitan al niño tener el coraje necesario para correrse de la cadena que lo sostiene, aunque sea en el resplandor de un momento fugaz.

 En “Función y campo…”, Lacan dice:”El arte del analista debe ser el de suspender las certidumbres del sujeto hasta que se consuman sus últimos espejismos” , suspensión de certidumbres que se produce en la temporalidad de un instante.

Tomaré una escena del análisis con un niño, en la que el niño juega a desaparecer, no está donde se lo espera y, parafraseando a Lacan en “Posición del Inconsciente”, diría que revisa si “pueden perderlo”. Es una  variación subjetiva del juego de las escondidas, elegida como paradigma de la Separación, donde el niño “se anima”, adquiere ánima, se atreve a correrse del lugar donde se espera que esté, en un acto espontáneo e imprevisto. La escena elegida es un momento privilegiado en su analisis, en el que parece haberse apartado del automatón significante y puede, por un momento, jugar con la sorpresa.

  Ramy, un niño de ocho años llega a la sesión. No está allí en el momento en que la analista le abre la puerta para recibirlo. Algo no sucede de acuerdo a lo programado. La analista pregunta: ¿Dónde está Ramy?  Ramy sigue oculto, en silencio. La madre contesta, en una inmediata complicidad con su hijo: “Ramy no está”.Se genera un espacio lúdico en el que la madre y la analista hablan de él, fingiendo creer que él no está.

El niño entra repentinamente en la escena, saltando desde otro lugar, sorprendiendo, a modo de witz, y a la vez sorprendido por su propio impulso. Grita un sonido de un par de letras, carente de signicado, un “UA” que sólo remite a algún modo de nombrar su repentina presencia. Sonríe y parece disfrutar de

no haber estado, por un instante, en la escena., como si se hubiera escapado de una cita y hubiera espiado desde su guarida el lugar donde los otros “lo hablan”.

Estábamos casi en el final de un análisis que duró aproximadamente dos años, en los que Rami solía repetir en las sesiones, insistentemente, un juego con pequeños muñecos y soldaditos, un barco, un campo de batalla, una ciudad imaginaria. En su juego parecía representar el modo de afrontar algún peligro, alguna amenaza exterior, para él inabordable. En forma poco variada y con una modalidad repetitiva, acostumbraba construir juegos en los que un monstruo atacaba un barco hasta que lo hundía, un robot gigante desafiaba a una ciudad y la destruía o un ejército exageradamente numeroso y bien armado amenazaba a un par de soldados que dormían en el momento en que eran atacados.Aparecía recurrentemente el sufrimiento de una víctima desprovista de recursos para defenderse.

Su conducta, las circunstancias de sus enojos y sus llantos, aparecían como la expresión de una  gran impotencia ante situaciones que Rami se sentía incapaz de resolver. A veces contaba, como quien denuncia o delata, situaciones familiares desagradables. Con el transcurrir de su análisis Rami iba perfilándose como un niño embrollado en la relación entre un padre violento y una madre intimidada, que tenía la mirada puesta en su hijo, en quien concentraba todas sus preocupaciones. En las sesiones con los padres, el papá tenía una actitud dominante y despectiva hacia la mujer. Su lenguaje y la manera de hablar denotaban una violencia intimidante. Muy esporádicamente la mamá notaba esta modalidad del padre, pero la consideraba un problema de malos modales y no parecía preocuparse ni tampoco percibir la devaluación manifestada por él. No manifestaba disgusto, pero en realidad no estaba ni siquiera atenta a su marido, ni tampoco ocupada  en sí misma en relación a él. No obstante, no podía dejar de pensar en Rami, y sus relaciones sociales en la escuela, a veces describiéndolo como víctima del rechazo de sus compañeros y otras veces temiendo que su hijo lastimara a otros niños en alguno de sus frecuentes e incontrolables ataques de enojo. Durante un tiempo Rami fue el destinatario, el blanco receptor de intensas preocupaciones disparadas por su madre y a la vez vivía atravezado por la tensión  que irradiaba la pareja parental. Sus juegos aludían a una posición de mártir, dispuesto al sacrificio, pero además sugerían algo acerca de su posición subjetiva: Rami vivía atrapado en un goce que lo asfixiaba.

¿Cuál es el fin del análisis con un niño? ¿Cuál es el niño del fin del análisis?

 Podría llamarlo “niño atrevido-divertido”.

Atrevido, porque se atreve a “no ser eso” que se espera de él, y logra por momentos des-identificarse de las demandas del Otro.

 Divertido, porque son diversas las posibilidades que abre la contingencia de los encuentros, una vez abandonada la fijeza del goce impuesta por el fantasma. Divertido también por estar dispuesto a la diversión y la risa, al chiste y al sinsentido.

Un niño que llega al fin de su análisis ha construido su propio fantasma, pero tambien podrá atravezarlo.

susy.roizin@gmail.com

Bibliografía

FREUD, S:Más allá del principio de placer, (1920.) Obras completas, T XVIII, Ed.Amorrortu, Bs. As.,1984

FREUD, S:Tres ensayos para una teoría sexual,( 1905) Obras completas, T VII, Ed.Amorrortu, Bs. As.,1984

FREUD, S:El chiste y su relación con lo inconsciente”,( 1905) Obras completas, T VIII, Ed.Amorrortu, Bs. As.,1984

LACAN,J.:El Seminario, Libro 4, La relación de objeto,(1956-7) Ed.Paidós, Bs.As.,1999.

LACAN,J.:El Seminario, Libro 5, Las formaciones del inconsciente,(1957-8) Ed.Paidós, Bs.As.,1999.

LACAN,J.:El Seminario, Libro 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis,(1964-5) Ed.Paidós, Bs.As.,1986

LACAN,J.:El Seminario, Libro 17, El reverso del psicoanálisis,(1969-70) Ed.Paidós, Bs.As.,1996.

LACAN, J.:  Dos notas sobre el niño a Jenny Oubry, Intervenciones y textos 2, Ed. Manantial, Bs As, 1988

LACAN, J.:  Escritos I., Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano.(1960)Ed.Siglo XXI, Mejico,1971

LACAN, J.:  Escritos I. Intervención sobre la transferencia (1951) Ed. Siglo XXI, Mejico,1971

LACAN, J.:  Escritos I, Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis, (1953) Ed. Siglo XXI, Mejico,1971

LACAN, J.:  Escritos II, Posición del inconsciente,(1960-1964) Ed. Siglo XXI, Mejico,1983

 

El tiempo del sujeto-niño del inconsciente”      Susy Roizin.

Resumen

Tiempo del Sujeto….. niño del inconsciente

(Sujeto: engendrado por el inconnsciente estructurado como un lenguaje, en tanto Sueto, no tiene edad)

Tiempo del Sujeto-niño…..del inconsciente

(la subjetividad de una “persona menor”,      expuesto como una esponja  permeable a los significantes del discurso familiar).

Cuál es tiempo del sujeto del inconsciente?

En 1951…el pasado presentificado en la transferencia

En 1960…un tiempo gramatical: El futuro anterior, la subjetivación en apres coup

En 1964…tiempo efímero de un pulsación, apertura y cierre, lo real está en juego

El tema que trataré es el tiempo del sujeto y sus particularidades en el  análisis con niños.

El niño tiene sus síntomas, pero además el niño puede ser un síntoma, de la madre o de la pareja parental. Por ello los padres están involucrados en el análisis del hijo. Los padres tiene el poder de dejar o no que el análisis del niño llegue a su fin, fin como meta, fin como final.

El tiempo que hace falta, es a la vez, el tiempo que hace la falta.

El Deseo del analista orienta la cura, y apunta al separación.

Escena del análisis de un niño, en la cual que parece haberse apartado del automaton significante y           puede, por un momento, jugar con la sorpresa. Cuál es el fin del análisis con un niño? ¿Cuál es el niño  del fin del análisis?

Podría llamarlo “niño atrevido-divertido”.

Atrevido, porque se atreve a “no ser eso” que se espera de él, y logra por momentos des-identificarse de las demandas del Otro.

Divertido, porque son diversas las posibilidades que abre la contingencia de los encuentros, una vez abandonada la fijeza del goce impuesta por el fantasma. Divertido también por estar dispuesto a la diversión y la risa, al chiste y al sinsentido.

Un niño que llega al fin de su análisis ha construido su propio fantasma, pero tambien podrá atravezarlo.