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Preludio 10: LA RESPUESTA NO-TODA DEL ANALISTA
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14.07.2015
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Preludio 10: LA RESPUESTA NO-TODA DEL ANALISTA

Susy Roizin

susy.roizin@gmail.com

 

Qué responde el psicoanalista? Responde…”Hola?…” “Buenas tardes”…. “Buenos días”…., según la hora, según el lugar. El analista responde a un teléfono celular, un mensaje de texto, un email, o una red social por internet… en fin, él no es ajeno a las vicisitudes de su tiempo. La era de las comunicaciones y las vertiginosas innovaciones tecnológicas no deja indiferente a nuestra práctica, que adopta hoy estilos que ni Freud ni Lacan hubieran podido imaginar. El analista, como todos, está inmerso en el discurso circulante, tesoro vivo de significantes: palabras, frases, mitos, creencias y chistes, que nacen y mueren como las células de todo cuerpo vivo. El analista comparte el Código del Lenguaje, aunque no sin una particular sensibilidad a los fenómenos del lenguaje, desarrollada durante su formación y su propio análisis. Luego de comprobar que el análisis es posible, el uso que el analista hará del lenguaje será diferente. La relación del principio, al servicio de la comunicación, el acuerdo, la cita, se transformará en una relación asimétrica, en la que ya un solo sujeto cuenta. Lacan decía [1] que el analista paga con su persona para lograr los objetivos del análisis. Luego ubica al analista en la posición de objeto, causa del deseo y condición para el surgimiento del inconsciente que en rigor, es llamado a crearse, a inventarse, durante el análisis. Lacan propone el “futuro anterior”, para indicar que el sujeto del inconsciente deberá advenir en un momento futuro, pero se ubicará en la estructura como habiendo estado desde el principio. Este tiempo lógico, retroactivo indica en el Grafo del Deseo que el sujeto es el resultado de un complejo recorrido que representa el encuentro del viviente con lo simbólico.[2] Este movimiento re-acontece cada vez que en un análisis se produce un efecto-sujeto, mientras transcurren las repetidas vueltas de los dichos.(E-tour-dit) La cronología no es la del sentido común y el movimiento va en sentido contrario al de la intuición.

Los tiempos verbales, la matemática, la lógica, la topología… Lacan utiliza diferentes recursos para ilustrar lo que a primera vista pareciera un encuentro imposible: ¿Cómo puede el analista responder a un sujeto que no es el que acude a la consulta, sino el que sólo posteriormente advendrá? ¿Cómo responder a un sujeto que es sólo un “efecto”, que no es agente de una verbalización, sino una deducción? ¿Y cómo puede responder un objeto? ¿Cómo es posible responder desde una posición de objeto?

En su posición de objeto a, agente del discurso analítico, el analista custodia el vacío en el Otro y se coloca como un stent vascular que evita el obturamiento de la falta y garantiza la circulación del deseo del analizante. Su respuesta estará siempre orientada por la función que Lacan llamó Deseo del analista que va contra la identificación y en dirección al objeto de la pulsión y al deseo del sujeto. El analista puede hacer muchas cosas con el material asociativo del analizante. Una puntuación,  una cita,  una pregunta, una alusión enigmática, un corte, un silencio. Son diferentes modalidades de interpretación, que es su auténtica respuesta de analista. Es apofántica, es decir, va más allá del sentido. No es una hermenéutica, sino un acto que permite que se desprendan los significantes apresados en el síntoma. Se  trata de una “no toda respuesta” que no obstaculiza la posibilidad de que sea el analizante quien diga algo realmente nuevo y que la dimensión del “decir no quede olvidada tras lo que dice”. [3]  Para ello, debe conservarse la falta en el Otro, y por eso el analista se ocupará de que su respuesta nunca sea completa o pretenda completar esa falta. Garantizada esta condición, a pesar de la aparente comedia de desencuentros, podrá producirse un encuentro que en realidad no es un encuentro de dos, sino una continuidad moebiana.

La “no-toda respuesta" del analista deja un espacio por fuera de lo que se anuda en este particular lazo social y así, hace ex-sistir al conjunto vacío, el transinfinito de Cantor, la incompletud de Godel, el elemento paradójico de Russell [4] etc, los diferentes recursos que usó Lacan para representar un vacío enmarcado,  que es el lugar del objeto, la pulsión y el goce. No es un infinito ilimitado, el hueco que se dibuja  en cada vuelta de la cadena de los dichos se unirá al lugar de la falta que fielmente custodia el analista y que permitirá la experiencia de lo real en el análisis. Podríamos acuñar un matema ““ (Respuesta Barrada), como moneda de circulación interna para el VII Encuentro en Brasil, que dé cuenta de la Respuesta no-toda, que hace posible un análisis.

A partir de la separación, des-alienante, des-identificante surgirá la respuesta más valiosa en un análisis: la que el propio parletre dará ante la falta en el Otro, desde su singularidad de goce.[5]

El analista y el analizante, son como “partenaires que juegan como las alas de una pantalla giratoria y la transferencia es el pivote de esa alternancia” [6]

Envío aquí un link que permite ver en un espacio de tridimensional, en movimiento, la topología y de la botella de Klein que nos muestra las vueltas de lo dicho envolviendo un vacío y la ubicación de éste sin límite alguno entre un interior y un exterior.

 “Se puede entrar en su interior como en un molino. Su interior comunica integralmente con su exterior… el microcosmos, no está hecho de una parte dada vuelta del mundo, como se da vuelta la piel del conejo. Es verdaderamente un afuera, que se enfrenta al adentro del cosmos”.[7]

Aquí va:   http://www.anfrix.com/2007/01/una-botella-sin-interior-ni-exterior/

Clínica y ética.  No hay clínica sin ética y no hay ética relevante para el psicoanálisis si no es en relación con la clínica. Lacan no dejó de enfatizar la importancia de ambas, en sus presentaciones de casos en St. Anne, en sus seminarios, sus escritos y también en sus ironías y críticas a los analistas y las prácticas que se alejaban de ellas. Sin embargo, puede haber cierta tensión entre ambas, no sólo una cuestión de gravitaciones diferentes. Es un desafío afrontar esta pregunta que nos coloca frente a la necesidad de precisar las diferencias.

KLINICOS, en griego, designaba al que visitaba al enfermo que guardaba cama (es un derivado de KLINE, cama). Durante largos períodos de la historia el médico tenía como función principal la de ayudar a los enfermos acorde a las pautas establecidas en cada cultura. En los comienzos la función del médico no era necesariamente la cura, los ritos estipulaban la forma de conjurar a los enfermos y a veces la clínica consistía sólo en ayudarlos a morir. En el Peloponeso se descubrieron las ruinas del Epidaurus y el Santuario de Asclepio un antiguo centro terapéutico, que incluía un teatro, salas de ejercicios físicos y un recinto llamado enkoimeterion en el cual los enfermos se acostaban durante varios días, y dormían. Durante el sueño, así lo creían, recibían la orientación de los dioses que les daban las claves para el tratamiento. Curiosamente al cerrar los ojos  se introducían en un mundo interno que en realidad los conectaba con un supuesto saber, ubicado en la exterioridad del Olimpo. El término Terapon en la antiguedad designaba el compañero del guerrero, el que cargaba las armas y lo ayudaba a colocarse la armadura. Servidor de las musas o de un dios. Significaba también esclavo. Luego pasó a significar el que acompaña y brinda servicios, cuidados a una persona importante, y finalmente a un enfermo. Lo terapéutico se ha convertido en lo estrictamente curativo, adaptar el estado del enfermo a un ideal de salud, basado en un saber constituído, objetivo y universal.

La clínica psicoanalítica no es una clínica de la observación sino de la escucha y la lectura. No se trata de un enfermo acostado en una kline, cama, pero sí de un sujeto acostado en un diván, que sirve para acotar y reducir lo imaginario que inevitablemente la experiencia conlleva y que suele tapar lo que orienta al análisis, que está más allá de las imágenes, los gestos y las vestimentas.[8]

La  ética, generalmente se asocia con un hacer bien, hacer las cosas bien o hacer el bien…idea que confunde ética con moral. Lacan se refiere a la ética desde su etimología Ethos que la conecta con la idea de acción, un modo de conducirse, de moverse en la vida. Hay varios movimientos a tomar en consideración, pero es central el que indica la orientación de la cura. Lacan sigue a Freud en la posición que excluye la intención de sanar a todo precio (furor curandis). Recomendaba  no apresurarnos en calmar y evitar lo que llamó la reeducación emocional del paciente. Lacan cuestionaba el empuje a la adaptación y la identificación con los significantes Amo que rigen en un discurso dado, y que constituyen un modelo de salud y bienestar.

Cuando Lacan decía que la ética consistía en “actuar acorde al deseo” [9], nos colocaba frente a una aparente paradoja. El deseo del analista, no es un deseo de algo, no se trata de desearle algo a su paciente. El Deseo, sin articular, es intransitivo por definición, ya que un deseo de algo, es en realidad una Demanda. La indicación de Lacan es precisa: “no responder a la demanda”, lo cual no debe confundirse con “frustrar la demanda”, que dejaría al analista entrampado, extra-viado, en el “círculo infernal”. El acto ético es el que no pierde la brújula, es el bien orientado, el que apunta permanentemente a aquello que no termina de petrificarse en el fantasma, pero de lo cual el analizante no está del todo advertido.

Los permanentemente mejorados psicofármacos, las terapias relajantes, las soluciones conductistas, la sugestión, saturan el mercado con ofertas instant que son una tentación fatal para la pasión del neurótico, a quien mucho mejor le vendría pasearse un poco por algunos sitios arqueológicos.

El próximo Encuentro es una oportunidad para repensar nuestras respuestas con colegas que llegan a Río para dialogar y así mantener vivo el discurso analítico, nutriéndolo con nuestra experiencia clínica y haciéndolo latir mientras reflexionamos juntos sobre nuestra ética.

                                                                                                                                Abril 2012

[1]    La Dirección de la Cura (1958) J. Lacan

[2]    La subversión del sujeto (1960) J. Lacan

[3]    Etourdit (1972) J. Lacan

[4]    ibid,

[5]   Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis (1964) J. Lacan

[6]   Proposición del 9 de octubre sobre el psicoanalista de la Escuela (1967)J. Lacan

[7]   Problemas cruciales del psicoanálisis (1964-5) J. Lacan

[8]   El Yo y el Ello, S. Freud

[9]   Etica, sem 7 (1960) J. Lacan