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Sobre la falla: "Ya no sos mi Margarita, ahora te llaman Margot"
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14.07.2015
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Sobre la falla: "Ya no sos mi Margarita, ahora te llaman Margot"

Eduardo Minesas

MARGOT

Letra: Celedonio Flores
Música: Carlos Gardel y José Razzano
Año: 1919

…Son macanas, no fue un guapo haragán ni prepotente,
ni un cafisho veterano el que al vicio te largó;
vos rodaste por tu culpa y no fue inocentemente:
¡Berretines de bacana que tenías en la mente
desde el día que un magnate cajetilla te afiló!…

 

Este ejemplo no es el más apropiado para ilustrar la función de la falla –ligada generalmente a un cierto sufrimiento- pero de todas maneras lo utilizamos, ya que muestra la participación del sujeto, su responsabilidad,  en su síntoma. El síntoma se trata aquí de un cierto éxito: Margarita logra dejar la pobreza del conventillo y "las pilchas de percal", utiliza su silueta tentadora, vende su cuerpo y se convierte en Margot, su nombre de batalla en su profesión. ¿Se trata de un éxito o de una derrota? Imposible saberlo. El poeta que escribe, Celedonio Flores, la acusa, le reprocha su conducta y su falta de moral, hasta la odia: "pagaría por no verte", se puede pensar que la quería cuando era pobre, o quizás esa disposición a venderse evoca para el poeta algo de sí mismo que le cuesta aceptar, pero, Margot, ¿se arrepiente? ¿sufre? Más bien parece que no. En este caso el síntoma está al servicio del placer, es asumido sin ambages. Margarita lo ha logrado todo: placer, dinero, ajuar de seda con rositas rococó. ¿Y su madre? ¿Se abandona así a una madre? Y sí.

Si pensamos en la estructura clínica de Margarita, ¿qué podemos decir? Ante todo que no hay pregunta analítica, Margarita no se dirige a ningún psicoanalista (en la época en la que éste tango fue escrito no era habitual hacerlo). Pero, si lo hubiera hecho, ¿que podríamos decir? Preguntémonos ante todo: ¿por qué se habría dirigido a un profesional del inconsciente? Digamos –imaginativamente-  que tal vez por un cierto disgusto consigo misma que la acosa desde hace tiempo: no estar nunca contenta con los zapatos que compra.

En el consultorio del profesional, podría haberse producido entonces el siguiente diálogo:

-Doctor, no sé lo que me pasa, siempre que me compro zapatos la pifio, después que los compro me parecen horribles. Tengo un armario lleno hasta el tope de pares de zapato que no uso. ¿Por qué será que me pasa esto?

-¿Qué se le ocurre?

-No sé…

shoes

El doctor le explica en ese momento la técnica de la libre asociación y le sugiere dar libre curso a sus pensamientos. Margot -que de tonta no tiene nada- entiende inmediatamente lo que el doctor le sugiere y tras unos instantes de silencio, dice:

-Me acuerdo de mi amiga Emilia, la de la vuelta de casa, en el conventillo. La pobre andaba siempre descalza, en la casa no tenían ni para comprarle zapatos. A mí me decía que le gustaba andar así, que así sentía el calor de la vereda y del asfalto.

-Ah…dice el doctor

y en su mente se forma el siguiente pensamiento:

Identificación con la amiga, pobreza, desamparo, sentimientos de culpa respecto a la amiga, que no es sino un representante de la madre, en consecuencia, no puede comprar nunca los zapatos que le gustan porque ello significa en su inconsciente abandonar a su madre en la pobreza.

El profesional -inspiradísimo lacaniano precoz sin saberlo y que se ha empapado de los detalles de la existencia de su paciente antes de comenzar el tratamiento analítico- no realiza ninguna interpretación basada en esa línea reflexiva de contenido edípico evidente, que apuntaría  a destacar un fuerte sentimiento de culpabilidad, sino que le dice:

"Cuando gastés los tamangos buscando ese mango que te haga morfar"

Margarita permanece unos momentos en silencio y se larga a llorar a gritos, mientras balbucea:

-Sí, a mi tampoco me compraban, yo los robaba del armario del cura del barrio…

Si analizamos la secuencia producida hasta aquí, podemos ver que a través de una respuesta no interpretativa, que utiliza una formación del lenguaje en un código cercano al de su paciente, el analista ha logrado "abrir" una puerta de acceso a una formación del inconsciente.

Este pequeño ejemplo nos permite destacar varios hechos que caracterizan la práctica analítica que tiene en cuenta el Inconsciente Real:

-Renunciar a toda interpretación de sentido edípico y en general a toda interpretación

-Valorizar los elementos del discurso tales como aparecen, sin traducción a ninguna otra formulación

-Permitir fluir a las propias asociaciones del analista, ligadas al material significante, lo que muestra que el Inconsciente incluye y requiere la presencia del analista para poder ser analizado

-Dejar al paciente obtener las conclusiones que le parezca sobre el material así abordado

Continuará…

-Presencia del intercambio en toda formación del Inconsciente Real: el cuerpo y su silueta tentadora a cambio de lujos y placeres, dinero (representante esencial del intercambio).

-Múltiple determinación del síntoma, siempre se encuentra una estructura simbólica insertada en él, hay lo Real (el intercambio)  y lo Simbólico (las metáforas y metonimias, los zapatos de los que carecía Emilia y su resonar en el síntoma de la compra de zapatos que nunca satisfacen).

-También se halla presente un fondo de falta, de precariedad (la pobreza, la ausencia de dinero para comprar zapatos), que remite a un Real. Freud decía que en el fondo de toda  neurosis  podía encontrarse siempre un estado de carencia.  Podemos decir que en lo Real no falta nada, pero que para el Inconsciente de Margot los zapatos faltan y sobre esa falta se constituye un deseo.

Dado que en lo Real, por definición, nada falta (no podría ser de otro modo, a menos que pensemos que hay un Dios más allá de lo Real) ¿cómo pensar la relación entre deseo (lugar por excelencia de una falta) e Inc.Real?

 

Letra: Celedonio Flores
Música: Carlos Gardel y José Razzano
Año: 1919.

Desde lejos se te juna, pelandruna abacanada
que naciste en la miseria de un cuartucho de arrabal,
porque hay algo que te vende, yo no sé si es la mirada,
la manera de sentarte, de charlar o estar parada,
o ese cuerpo acostumbrado a las pilchas de percal.

Ese cuerpo que hoy te marca los compases tentadores
del canyengue de algún tango en los brazos de algún gil,
mientras triunfan tu silueta y tus trajes de colores
entre risas y piropos de muchachos seguidores
entre el humo de los puros y el champán de Armenonville.

Son macanas, no fue un guapo haragán ni prepotente,
ni un cafisho veterano el que al vicio te largó;
vos rodaste por tu culpa y no fue inocentemente:
¡Berretines de bacana que tenías en la mente
desde el día que un magnate cajetilla te afiló!

Aun me acuerdo: no tenías casi nada pa’ ponerte
hay usás ajuar de seda con rositas rococó…
¡Me revienta tu presencia, pagaría por no verte!
Si hasta el nombre te has cambiado como ha cambiado tu suerte:
Yo no sos mi Margarita ¡Ahora te llaman Margot!

Ahora vas con los otarios a pasarla de bacana
a un lujoso reservado del Petit o del Julien;
y tu vieja, pobre vieja, lava toda la semana
pa’ poder parar la olla con pobreza franciscana
en el triste conventillo alumbrado a querosén.

Y a propósito de zapatos:

Para Doña María Hurtado, en ausencia de Don Gabriel Zapata, su marido

“…Madre, sin ser monja,
soy ya descalza,
pues me tiene la ausencia
sin mi Zapata….”

 Luís de Góngora (España, 1561-1627)

Tomamos este fragmento de Góngora a fin de ilustrar los procedimientos del aparato psíquico, en este caso condensación y desplazamiento, estructurados como metáfora y metonimia. En una posible traducción onírica del fragmento poético, de acuerdo a los medios de representación del sueño, podemos imaginar que Doña María Hurtado, dolida por la ausencia de su marido, Don Zapata, le cuenta a su analista, Luís de Góngora, un sueño:

 “Me veía como monja descalza y mi madre estaba a mi lado”

En este caso, la falta de zapato hace oficio de metonimia de la ausencia del Señor Zapata (zapata=zapato, representación del todo por una de sus partes, del señor Zapata por algo suyo, su nombre, ligeramente deformado). En tanto que la monja descalza es metáfora (representación de una cosa por otra) de la Señora Hurtado misma, carente de vida sexual (monja), por la misma causa, la ausencia de su marido. Claro que está también el Hurtado de Zapata que es el nombre que resulta de la unión matrimonial de Doña María Hurtado y de Don Zapata. O sea, algo ha sido hurtado de Zapata. Hay una ausencia, una carencia, algo ha sido robado, ha desaparecido. Esta desaparición y esta ausencia son los elementos con los que se establece un juego entre Inc.Real e Inc.Simbólico, siendo éste el que puede crear el espacio de una falta.